Sostenibilidad en el Transporte
La sostenibilidad en el transporte es un concepto muy amplio ya que se puede hablar de una sostenibilidad económica, orientada fundamentalmente a la resolución de las situaciones de congestión que vive el transporte en muchos puntos, pero también a la interiorización del coste derivado, y de la sostenibilidad medioambiental, ligada directamente a la influencia que los sistemas de transporte ejercen sobre el medio ambiente a través de la emisión de gases o partículas contaminantes, los accidentes que provoca el vertido de sustancias peligrosas al mar, por ejemplo, o el cumplimiento de los tratados y acuerdos concretos sobre esta materia, como el Protocolo de Kioto de 1997, suscrito por la Unión Europea durante el año 2002.
Política ambiental europea en el Transporte
El sector del transporte está experimentando un auge sin precedentes como consecuencia del crecimiento de las necesidades, derivadas de mercados más globalizados que incrementan el comercio internacional y del aumento de las rentas y estilos de vida: mayor número de viajes por persona y con destinos de mayor distancia.
El transporte está actuando, por tanto, como vector dinamizador del crecimiento y diversificación de la actividad económica. Esta perspectiva supone también un cierto coste social en términos ambientales. Por esta razón, es necesario un mayor control de la demanda del transporte mediante el desarrollo de medidas que modifiquen los efectos menos positivos, sin condicionar la libre elección del modo de transporte y garantizando el crecimiento económico, la calidad de vida y la sostenibilidad.
La sostenibilidad es una de las piedras angulares de la Unión Europea. De hecho, los 28 trabajan para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente el C02, mediante la aplicación de diferentes medidas que afectan al transporte directamente y en concreto a hacer más eficientes las operaciones de transporte. Atendiendo por ejemplo a los vehículos, se persigue una mejora del etiquetado energético del neumático para reducir consumos debido a la rodadura. Esta medida va acompañada de otra orientada a hacer más aerodinámicos a los vehículos, con la consecuente reducción de emisiones durante sus desplazamientos. Por otra parte, la contribución de los biocombustibles de “primera generación”, aquellos que son elaborados a partir de alimentos y piensos, deberá limitarse a nivel del 2017, con un máximo del 7%, en el transporte por carretera y ferrocarril. Además, la cuota de biocombustibles avanzados, combustibles renovables para el transporte de origen no biológico, combustibles derivados de residuos y electricidad renovable, debe llegar al 1,5% en el 2021, incrementándose progresivamente hasta el 10% en el año 2030. Sin embargo, el transporte es el único sector principal de la UE en el que las emisiones de efecto invernadero continúan incrementándose. Para poder cumplir el compromiso asumido en la COP21 en el año 2015, la des-carbonización del sector del transporte debe acelerarse para llegar al objetivo de las emisiones cero a mediados del siglo XXI.
Movilidad sostenible, segura y conectada.
La movilidad tiene una enorme influencia en la vida cotidiana de los europeos y emplea directamente a más de once millones de personas. Sin embargo, el sector está pasando por una serie de transformaciones tecnológicas, económicas y sociales cuyo ritmo se está acelerando. El paquete de movilidad del Parlamento Europeo incluye estas 6 propuestas:
- Nuevos estándares de emisión de CO2 destinados a ayudar a los fabricantes a aceptar la innovación y suministrar al mercado vehículos de bajas emisiones. Esta propuesta también incluye objetivos tanto para 2025 como para 2030. Para 2025 la meta es garantizar que las inversiones se pongan en marcha desde este momento para tener una estabilidad en 2030 y marcar una dirección a largo plazo para que se mantengan. Estos retos contribuyen a impulsar la transición de los vehículos con un motor de combustión convencional a los vehículos limpios.
- La Directiva sobre Vehículos Limpios, para fomentar las soluciones de movilidad limpia en las licitaciones de contratación pública y que establece una base para estimular la demanda y un mayor despliegue de medidas para conseguir una movilidad sostenible.
- Desarrollo de un plan de actuación y soluciones de inversiones para el despliegue transeuropeo de la infraestructura de combustibles alternativos, para reforzar los planes nacionales, incrementar la inversión destinada y obtener una mayor aceptación por parte de los consumidores.
- Revisión de la Directiva del transporte combinado, que fomenta el uso de diferentes opciones para el transporte de mercancías, como por ejemplo: camiones y trenes, que facilitará que las empresas obtengan incentivos y, por consiguiente, alentará el uso mixto de camiones y trenes, gabarras o barcos para el transporte de mercancías.
- Directiva sobre servicios de viajeros en transporte público, que promueve el despliegue de las conexiones en transporte colectivo de larga distancia en Europa, con el fin de ofrecer diferentes alternativas al uso de vehículos particulares para contribuir a reducir las emisiones del transporte y la congestión en las carreteras. En consecuencia, habrá más opciones de movilidad, de mayor calidad y más asequibles, especialmente para los ciudadanos con menos recursos económicos.
- La directiva de la fabricación de las baterías tiene una importancia estratégica para la política industrial integrada en la UE, particularmente, de cara a que los vehículos y otras alternativas de movilidad del futuro y sus componentes, sean inventados y fabricados en el marco de la UE.
La situación en España
En España, el transporte es la actividad que genera un mayor volumen de emisiones de Gas Efecto Invernadero (GEI). Durante los últimos 15 años este sector sólo ha reducido sus emisiones un 8%, mientras que los otros dos grandes sectores emisores -la generación eléctrica y la industria-, lo han hecho en un 31% y un 32% respectivamente. Por esta razón, es necesario establecer políticas y objetivos de reducción de emisiones más ambiciosos para el transporte. Además, este sector dispone de una mayor madurez en las soluciones técnicas para su des-carbonización, por lo que podrá ayudar a compensar las barreras a las que se enfrentan otros sectores y así alcanzar los objetivos nacionales en este ámbito.
Sin embargo, las políticas actuales de reducción de emisiones en el transporte no garantizan la consecución de los objetivos a 2030, y no son suficientes para alcanzar los objetivos a 2050, debido principalmente a que las medidas de reducción de emisiones de nuevos vehículos no aseguran una des-carbonización efectiva y el uso de biocombustibles no genera una reducción real de las emisiones. La venta en España de coches eléctricos, es una cifra muy baja teniendo en cuenta el parque automovilístico en nuestro país. En este sentido, uno de los principales frenos a la hora de adquirir un coche eléctrico es su precio, entre un 5% y un 24% más caro que los convencionales. A esta dificultad se le suma en España, los pocos incentivos que ofrece su compra, el escaso número de postes de recarga en la vía pública y la práctica inexistencia de electro-gasolineras.